¦ sin titulo ¦
(ignoren las faltas de ortografya)

El hombre desconocido nada mas siguio su camino sin prestar la mas minima atención al mimo que yacia muerto con las viceras de fuera.Mario Quintana Silveyra era el nombre del comediante mudo que por las mañanas administraba un descuidado puesto de revistas por la avenida Tlatelolco en el centro de la ciudad.

Esa madrugada Mario Quintana Silveyra desperto mas taciturno que todas las mañanas anteriores, las pequeñas luces de la ciudad se podian observar borrosas por la ventana que atraia poco a poco las gotas de la triste lluvia en el sexto piso del edificio donde Mario Quintana rentaba una pobre alcoba a trescientos pesos mensuales.

Se lavo lavo la cara viendose al espejo, no se habia despintado totalmente de su función callejera de la noche anterior, aun tenia poca pintura blanca en las cejas. Se limpio lentamente, se lavo los dientes, miro al reloj, eran las 4:46 a.m. Se apresuro a ponerse su ropa y busco su pequeño maletin de pinturas su pantalon y camisa negra que siempre permanecian impecables ya que no se las ponia desde la mañana sino hasta terminar su jornada en el puesto de revistas.Salio apresurado ya que a las cinco de la mañana pasaba puntualmente el camion de los periodicos.

Un hombre desconocido observo la prisa con la que caminaba Mario Quintana, lo siguió hasta el puesto de revistas. Quintana abrio el puesto como acostumbraba se sento en el banquillo viejo que guardaba dentro del puesto. Saco el gigantesco paraguas ya que la llovizna comenzaba a convertirse en lluvia. Eran ya las 5:27 de la mañana y aun no pasaba el camion de los periodicos. Cuando algun repartidor de periodicos se ausentataba mandaban a cualquier otro suplente y la entrega se hacia con algunos minutos de retraso.Quintana prendio el ultimo cigarrillo de la cajetilla esperando al repartidor. Pasaron los primeros autos de la mañana. Algunos conductores le pedian el periodico a gritos y Quintana les decia con señas que este dia no habia.

El hombre desconocido que lo miraba desde la acera de enfrente pasaba desapercibido ante los primeros peatones con las caras desabridas. De pronto el camion de los periodicos aparecio, el repartidor parecia un poco preocupado:

-Buenos dias don Quintana. Disculpe la tardanza. Las madres que imprimen los periodicos se chingaron pero el tecnico llego de inmediato para arreglarlas.Fue lo unico que dijo cuando vio que una daga atravesaba el estomago de Quintana. El repartidor sintio un dolor profundo y caliente en su espalda. Vio que el tambien era agredido por un hombre misterioso pero sumamente familiar. No, mas bien la primera daga no era para Quintana, esa fue un producto de un fallo de punteria ya que se dio cuenta que el hombre seguia lanzando dagas hacia el y no hacia Quintana. El repartidor sintio una segunda daga en la pierna y corrio como pudo hacia el camion sin puertas.

Su repentina fuga en el camion desperto la atención de todos los transeúntes cuando las llantas rechinaron sobre el asfalto mojado.Los peatones comenzaron a correr entre los gritos de las mujeres y niños. Todos observaban para ver por si alguna razon conseguian ver al responsable de semejante asunto.

El hombre desconocido nada mas siguio su camino sin prestar la mas minima atención al mimo que yacia muerto con las viceras de fuera.

FIN

firma sin ningun remordimiento: marcos