¦ a la mas bella de todas las artes: la música ¦
Estaba en primer año de secundaria cuando me dieron a escoger entre cuatro materias que las llamaban “artísticas”: danza, pintura, coro y guitarra. Me decidí por la última que era la menos aburrida de todas ellas.
Mi papa (que en paz descanse) me platicaba que de niño me ponía un casete donde venían notas musicales, como Do, Re, Mi, etc. Y que eran muy fastidiosas pero le habían dicho que estimulaba a los niños para que apreciaran o de alguna manera les gustara la música. Doy gracias a mi padre que aguantaba esas fastidiosas notas y ahora debo confesarles que amo la música. Yo estuve en una guardería por muchos años, cuando salía de la primaria “Juárez Y Reforma” a cierto grupo de mocosos, entre ellos yo, nos recogía Doña Martita y nos cruzaba la calle para llegar a la guardería que quedaba frente a la primaria. En esa guardería “Rosario Castellanos” daban clases de flauta para mantener entretenidos a los niños. Recuerdo que yo no tenía la edad suficiente para estar con los que tocaban la flauta, pero algunos sabrán que soy muy aferrado y precoz y que no me canso de luchar hasta que lo consigo. Y pues me aferre a tocar la flauta y me aprendí “Noche de paz” ya no me acuerdo ni madres pero me acuerdo muy bien que no me dejaron tocarla ante los padres por que estaba muy pequeño. Ese fue mi primer contacto con un instrumento musical. De chico tenia un trauma con las guitarras de mentiras, esas pequeñas con cuerdas flojas y que son imposible de afinar. No fue hasta la secundaria que me compraron una guitarra de verdad, era una Jom® café con la cuerdas separadísimas del brazo, y filosas que a veces me cortaba con ellas literalmente! Entre a clase de rondalla con el profe Quique, me acuerdo que al principio iban la mayoría entusiasmados con aprender pero de los aproximadamente cuarenta alumnos solo a quince nos llamo bien la atención, entre ellos estaba Dulce, Martinelli, Josué, Nesto, Jorge Juárez, Pancho Vela, y otros que ya no me acuerdo y un servidor. Recuerdo que me aprendía primero el ritmo de las canciones y después me pasaba del lado derecho donde estaban los requintos. La verdad en esos tres años aprendí muy poco, me sabia las notas, los acordes, los círculos y algunas canciones como la primera que me aprendí que era la de “Stand by me” y algunas otras mas choteadas que la chingada de todo principiante de guitarra como: “Te quiero” las dos versiones la de Hombres G y Onda Vaselina (cuando todavía no eran OV7), a huevo que “La Bamba”, unas de Nirvana, de Metálica, una del oeste bien chafa y otras. Pero la verdad es que no aprendí mucho pero si aprendí el amor y la apreciación por la música.
Cuando asistía a la iglesia católica fervientemente entre al coro llamado Yllel al que ahora pertenece Carlos. Yo era un desastre, recuerdo que me dijo una vez uno de los meros machines del coro: mira Marcos hay un estilo entre la música que se llama “jazz” en el cual todos tocan de una manera distinta y el tiempo aumenta y disminuye pero esto no es el caso, esto es un coro en el cual debes llevar un ritmo y un tiempo preciso!!
En preparatoria comencé a ver la música de otra manera, me di cuenta que no era nada más aprenderte canciones, si no, el saber por que estaban compuestas de esa manera, por que los acordes se escuchaban bien, y otras pendejadas. Beto, un amigo, me empezó a enseñar lo que yo no conocía de la música. Era otro mundo distinto al que yo conocía y me comenzó a interesar más la música. Hace como tres años comencé a tomar clases con un tipo llamado Andrés Rayos que sin lugar a dudas es la tola en la guitarra, ese wey me enseño casi todo lo que se en la guitarra. Un día a los quince años dije que no iba a descansar hasta poder leer partituras. En un año lo conseguí, la primera pieza que saque fue la de “Oda a la alegría” de Ludwin Van Bethoven. Después aprendí la de “Carol of the bells” clásico navideño pero algo complejo para la guitarra. Me di cuenta que la guitarra clásica era muy interesante, dependía de mucha disciplina, pero la verdad no era lo mío.
Cierto día un servidor le entusiasmo el tocar la guitarra arriba en el altar de la iglesia a la que asistía. Pero había un gran problema, ya había guitarrista, y lo peor de todo es que era el pastor de la iglesia el que tocaba la lira. Yo le dije por mi interés de tocar en las ceremonias religiosas pero el me dijo que ya existía guitarra, piano y batería y que faltaba un bajo, si quería estar “arriba” me dijo que tendría que aprender a tocar el bajo. Tal vez el pastor pensó que me iba a awitar y por consiguiente no podría estar nunca “arriba” al menos que yo lo matara o algo por el estilo pero mejor acudí a tomar clases de bajo. Pregunte entre varios músicos quien era el mejor bajista que había en la ciudad. “Doros” era su apodo y fui con el a tomar clases, me compre un bajo, y como en cuatro meses ya estaba en el altar tocando. Nadie me detuvo. Y creo que hasta la fecha sigo teniendo una afición inminente por la música. La escucho siempre, en mi casa, en mi carro.
La música es mi compañera del alma. Nunca esta separada de mí. Si no la encuentro ella me encuentra. No ha pasado un día desde hace un chingo en que no toco la guitarra, pronto heredare lo poco que se a Dulce en el bajo. Y a la queridísima “super girl” en la guitarra. La música esta en mi sangre, en mi mente, en mi corazón. Estoy pensando en formar una banda, tal vez rock alternativo y variado, o me gusta la idea de tocar post-rock. No se algún día, yo tendré mi banda y como un día prometí que iba a aprender a leer partituras o estar arriba en un altar, prometo que esta banda va a progresar!
1 comentario:
el post-rock rula, man.
jajaja .......perdón.
pero la verdad Sí.
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