¦ Lo Intente pero finalmente no me contuve ¦

como ya habran leido, ya tengo trabajo, en el periodico de UTEP en español. como "journalist" osea es algo asi como una columna... esta es mi primer articulo.

Desde hace mucho tiempo no lloraba viendo una película. Sólo recuerdo que he derramado lágrimas por pocos filmes, casi ninguno de tipo romántico, más bien en películas dramáticas que tiene finales demasiados tristes. Esta película que vi hace algunos días llamada “Fahrenheit 9/11” dirigida por el controversial Michael Moore me llenó totalmente de coraje, estupor, y de mucha impotencia. Misma que fue puesta en escena hace unas semanas en nuestra Universidad en el “Union Cinema Theatre” en temporada de preelecciones.
El increíble documental de Moore lleno de evidencia que nos permite observar la realidad de un sistema controlado por el presidente George W. Bush. Un sistema que atemoriza a la nación, la engaña, y que prácticamente la controla. Al principio de la película un servidor era sorprendido al ver como los Bush eran socios de algunos de los Bin Laden y de grandes inversionistas Sauditas. Y mientras la CIA trataba de informar a la Casa Blanca sobre posibles ataques terroristas, Bush pasaba el 42% de su tiempo de vacaciones. Como se esperaba los ataques terroristas finalmente hirieron los sentimientos de la nación el día 11 de septiembre del año 2001. La respuesta del congreso y la Casa Blanca fue anular la privacidad de todos los ciudadanos de Estados Unidos de América firmando el “Acta Patriota”. No solo quitaron la privacidad y libertad de su propio pueblo, sino, de otro con el pretexto de que integrantes de Al Qaeda eran refugiados y eran concentradas armas de destrucción masiva en ese lúgubre y pisoteado país. Maltratado y que no representaba ningún peligro para esta nación.
A manera en que se iba desenvolviendo el documental lo hacía también mi coraje. Observando cómo tropas estadounidenses aniquilaban en Irak cualquier cosa que se moviera, entre esas “cosas” había niños, madres, estudiantes, jóvenes, viejos, todos ellos inocentes civiles que morían culpables sólo por el hecho de que su país albergaba la segunda reserva mas grande de petróleo en el mundo. Para muchos inversionistas las pérdidas humanas no eran en vano y así lo afirmó el mismo presidente. Puesto que esta guerra ocasionaba $237 millones de dólares diarios para una sola empresa norteamericana, liderada por el Vicepresidente de E.U.A., Dick Cheney; mientras madres lloraban por alguno de sus hijos muertos en batalla calcinados por alguna bomba casera de los insurgentes o simplemente por una bala. Temiendo a diario porque tal vez nunca volverán a ver a sus hijos o tal vez los volverían a ver incompletos, con algún daño cerebral, paralíticos, sin manos, y peor aún, saber que a estos los menosprecia el ejército. Ver mujeres rogando al dios Alá por justicia, por una venganza, y mientras ellas lloraban suplicando parecía que no eran escuchadas por nadie. Soldados desilusionados por que reconocieron que la causa no merecía el esfuerzo que ellos arremetían solo por tener un “futuro” imprevisto o dinero para la universidad. Y cuando todos ellos entregaban el alma en batalla, George W. Bush hacía estúpidas bromas en cenas de burócratas y congresistas que apoyaban la guerra pero no se atrevían a mandar a sus hijos a Irak.
Siendo que miles de soldados perecían en un campo de batalla totalmente desconocido, algunos otros aniquilaban a los iraquíes escuchando rock para sentir más adrenalina a la hora de deshacerse de vidas que no sabían si eran “rebeldes” o puramente civiles. Todo por la “paz” de Irak, la reconstrucción y unificación de un pueblo que no es libre y nunca lo será. Mi coraje llego al límite cuando vi que soldados americanos hacían bromas inmorales de los fúnebres cuerpos de desconocidos soldados iraquíes. No me contuve las ganas de llorar. Era mucho el coraje y la impotencia; lo intenté, pero finalmente no me contuve.